viernes, 5 de noviembre de 2010

Tenía un perro que un día se transformó en una diminuta perrita de grandes orejas, bonitos ojos y largas pestañas. Podía encogerse sobre si misma hasta formar un pequeño ovillo como una canica y con la leve caricia de la yema de un dedo comenzaba a girar y girar cada vez más rápido hasta salir volando.

Niroza (recordando un sueño).

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